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Foto © Daniel Adrián Madeiro |
Esta mujer y su niño
viven vidas amputadas,
se puede ver en sus ojos
que les falta la esperanza.
Quién sabe por qué razón
es la vereda su casa;
por qué la mano extendida
le ruega a todo el que pasa:
Cómpreme, señor, le pido.
Cómpreme, que es poca plata.
Todo seguimos camino
rehuyéndole la mirada.
En sus brazos mece al niño
que sueña con un gigante;
pero se ríen las vidrieras
de que el niño tenga hambre.
La ilusión cae en el cemento
como un castillo del aire:
Se enfrían los sentimientos.
Dios huyó de Buenos Aires.
Daniel
Adrián Madeiro
Copyright © Daniel
Adrián Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.
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