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© Daniel Adrián Madeiro
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Yo no visito las tumbas,
no suelo ir al cementerio.
Los que amo no están allí,
pues los que amo no han muerto.
Tampoco, imagino yo,
están con Dios en el cielo,
y aun menos en el infierno
pues si los amo, son buenos.
Están dentro de este envase
hecho de carne y de huesos,
latiendo en mi corazón,
evocando en mi cerebro,
respirando muy profundo
cada brisa de aire fresco
que penetra en mis pulmones
y baja a darles sosiego;
mirándome con cariño,
cuando en mis ojos los veo,
dispuestos a repetirme
algún cálido consejo.
Yo soy la suma de todos
los míos que me precedieron,
sé quienes fueron los últimos,
mas no olvido a los primeros;
no importa no haberlos visto,
cuando me miro los veo;
y aunque esto lo escriba yo
conmigo escriben mis muertos.
Por eso no visito tumbas,
ni suelo ir al cementerio,
los llevo siempre conmigo,
siempre vivos a mis muertos.
Daniel Adrián Madeiro
Copyright © Daniel
Adrián Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.
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